martes, 8 de abril de 2008

128 AÑOS DE UN VIAJERO SIN PATRIA: ULISES


JAMES JOYCE: DIOS ES UN GRAN RUIDO EN LA CALLE
Darwin Pinto
Dios era un gran ruido en la calle…
Dios era un rayo que caía sobre las casas y entraba por las ventanas sin pedir permiso. Eso lo llenaba de terror en sus años de infancia y lo hacía encerrarse en los armarios y hablar consigo mismo. El terror al fuego caído del cielo lo hacía monologar interiormente, lo entrenaba para ser el creador de una de las prosas más complejas del idioma inglés y uno de los escritores más llamativos del mundo. El miedo iba convirtiendo a James Joyce en JAMES JOYCE.
Hijo de un padre irresponsable, borracho y anticlerical, y de una madre ferozmente católica y demasiado débil; como buen irlandés, James Joyce era un ser humano de ésos que entienden las cosas a su manera y les importa un carajo pararse a pensar cómo complacer a los que no lo entienden y se quedan detrás de él ladrando su descontento.
Sólo así se puede entender que haya popularizado, pese a las críticas, el estilo literario del monólogo interior, que tiene su máxima expresión en su novela Ulises, escrita con estilos diferentes en cada uno de sus capítulos. A James Joyce, acostumbrado a lidiar con los demonios interiores de su amor desmedido a su padre alcohólico y al desdén por su madre católica, jamás le hicieron mella las críticas feroces de detractores de elevados quilates, como la de la escritora inglesa Virginia Wolf, que cierta vez lo calificó de “pobre proletario ignorante”.

Su frivolidad céltica lo hizo sobrevivir al dolor físico que le causaba su ceguera provocada por el alcohol barato y a la miseria de su vida, que desde el principio fue la triste crónica de un alma sosegada en una marcha inevitable hacia la decandencia y la autodestrucción. Pese a su extraño talento de caerle mal a la gente de su época, el tiempo le dio la razón.

El 2 de febrero este dublinés, que se autoexilió de su país y se declaró ciudadano de sí mismo, hubiera cumplido 128 años de no haber muerto en 1941 por una complicación en las entrañas, casi ciego y sin patria en un hospital de pobres de Zurich (Suiza). Extraña coincidencia, allí iría a morir en 1986 Jorge Luis Borges, uno de los estudiosos más importantes de la obra de Joyce.


Ulises

Aún su familia no había perdido lo poco de dignidad que le restaba tras el descalabro emocional del padre de los 11 niños, cuando el pequeño James en la escuela escuchó el relato de su maestro sobre las aventuras de Ulises, el personaje de Homero que aparece tanto en la Iliada como en la Odisea.
Odiseo, que es el otro nombre de Ulises, eran un griego que no tenía la fuerza del rey Agamenón, ni la fiereza de Aquiles, pero tuvo la audacia de idear la estrategia de entrar en la sitiada Troya en el interior de un gran caballo de madera. Cuando el maestro preguntó a los chicos con qué héroe de la historia homérica se identificaban, el chico Joyce dijo simplemente: Ulises, que en nada se parecía a los musculosos héroes homéricos.

Ulises (Ulysses) novela experimental en la que logró que cada uno de sus episodios o aventuras no sólo condicionara, sino también “generara” su propia técnica literaria: así, al lado del “flujo de conciencia” o monólogo interior (básicamente se trata de escribir lo que se piensa en estados de duermevela) se encuentran capítulos escritos al modo periodístico, teatral, el ensayo científico, o incluso imitando las series de preguntas y respuestas de los catecismos.

Sus ataques a las instituciones, principalmente a la Iglesia católica y al Estado, son continuas y muchos de sus pasajes fueron declarados obscenos por sus contemporáneos.


Las fobias

Joyce, hermano mayor en una familia católica irlandesa (minoría dominada por el protestantismo en un país desgarrado por la ocupación inglesa), detestaba el rugby, el boxeo, la lucha, los deportes de contacto físico que a los ingleses servían para dominar el temperamento, pero le gustaba la natación. Le aterrorizaban los truenos, porque a él le habían enseñado desde niño que Dios era un gran ruido en la calle y justificaba sus arranques de pánico en las jornadas de tormenta diciendo que los rayos entraban en las casas sin pedir permiso. Al preguntársele por qué sus hijos no heredaron su terror a la tormenta, James respondió: “Ellos no tienen religión”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias a la lectura de Ulises de James Joyce, me gustó la literatura, su manejo del lenguaje, el flujo de conciencia, un párrafo de ese original libro me sirvió para dar charlas sobre la Sociedad del Conocimiento.
Gracias Darwin, por ser de los pocos, de los escogidos por voluntad propia, que admiran a un gran escritor. Me gustó mucho: "128 años de un viajero sin patria: Ulises. Felicidades. Nelson Guzmán Sanjinés

Nelson Guzmán Sanjinés dijo...

EL INMORAL INMORTAL
Nelson Guzmán Sanjinés
Cuando daba clases sobre la Sociedad del Conocimiento, mediante la aplicación de las TICs, empezaba la charla citando uno de los párrafos de literatura que más me impactó y que perduró a través de los años: Exquisito y dulce epitalamio de persuasión ablandatoria para juveniles amatorios a quienes las odoríferas antorchas de paraninfos han escoltado al cuadrupedal proscenio de la comunión connubial, Horror horror horror. Diría un ortodoxo literato, Adjetivo previo, error de principiante y dos a falta de uno. Enarbolando una bandera de criterio estrecho que plantaría en el bastión de intolerancia.
Respiraba profundo para soltarlo de una, sin comas ni puntos que no los tiene y luego la dictaba al ritmo de los alumnos, concluida la escritura les pedía leerla y me expliquen su significado.
Tú, que acabas de leerlo vuelve hacerlo por favor y piensa en ello.
El párrafo extraído corresponde a un libro cuyo autor tuvo que andar de Herodes a Pilatos para conseguir que se lo publiquen, No es comercial, Es inmoral, Incomprensible, Demasiado audaz para nuestra época. Decían los editores.
¿Por qué era considerando inmoral?, por una triste y simple “pajita” que se hace el personaje principal al ver las bragas de una señorita, la masturbación es incómoda de verla, y parece peor de leerla, Pero que haces ¡Detente pecador!... Tarde siempre tarde ya lo hizo. Diría un cura antionanista. Releí el capítulo 13 Naúsica donde estaba la escena ofensiva, su erotismo fue escrito con tal sutileza y metáfora que la primera vez que lo leí, ni cuenta me di: me enseñó su año que viene en bragas vuelta que viene en su que viene su que viene.
¿Ya lo pensaron? ¿Qué significa?, Epitalamio debe ser un músculo del cuerpo, Entiendo lo de paraninfo universitario, No lo sé, Quiere denotar algo pero no sé lo que es exactamente. Se trata de algo sobre el amor juvenil.
¿Tú ya lo sabes?, te lo explico epitalamio es una composición lírica para una boda, por ello adjetivado exquisito y dulce… para juveniles amatorios de atracción amorosa sensual y sexual, a quienes las odoríferas antorchas velas perfumadas de paraninfos amigos íntimos del novio que conducían a la esposa a la casa del esposo, padrinos en la actualidad, han escoltado al cuadrupedal proscenio el ara de cuatro patas en el que se desarrollará el acto de la comunión, de unión de dos que tienen algo en común connubial boda.
Es simplemente el uso del habla del autor que extrae del lenguaje -donde están todas las palabras— La sociedad del Conocimiento no se trata entonces de que el vaso este medio vacío o medio lleno, sino que este se va llenando con el aporte de cada uno de nosotros en este caso del habla. El lenguaje según la RAE tiene 93.000 palabras, pero hay diccionarios históricos, de americanismos, de palabras técnicas, que llegan a 267.000 palabras. En el Quijote Cervantes uso 22.939 palabras distintas, su habla es el 25% del lenguaje (RAE). A la pucha cuánto será el nuestro.
La novela inmoral que los editores rechazaron por indecente fue el Ulises de James Joyce. La empezó a escribir en 1906 se imprimió por entregas en 1918 por la Little Review de USA que utilizó la imprenta de un serbio que no entendía el inglés, la sociedad para la supresión del vicio de N.Y, la consideró inmoral y paró su publicación en 1920, la librería Shakespeare & Co, la editó en París en 1922 con una estrategia parecida: un impresor que no entendía inglés. Imprimió el libro de 267.000 palabras, con 30.000 distintas.
El 2 de febrero se celebran 100 años de este libro acusado de inmoral que se convierte en inmortal, pues es considerado, El libro más importante de la lengua inglesa del S. XX, Un libro con el que todos estamos en deuda, y del que ninguno de nosotros puede escapar J.L.B, Una obra que todos conocen pero pocos leen. J. A. Luna, Joyce es el escritor que inauguró la modernidad Pujol.
Esta columna la escribo hoy 22 de enero que pasó sin pena ni gloria, donde un inmoral todavía sueña con volverse inmortal.